martes, 26 de abril de 2005

El bosque encantado

Había una vez un bosque encantado que llamaba la atención de una niña. Sus papás siempre le decían que este bosque estaba encantado pero la niña no escuchaba y sólo pensaba en entrar en él.

Un día, la niña decidió ir al bosque a visitarlo para comprobar si era verdad que estaba encantado, caminó hacia adentro cuando escuchó que un árbol se movía muy fuerte pero pensó que era el viento y siguió caminando. Más adelante vio un perro muy grande como de 3 metros de alto y pensó que había comido mucho para crecer de ese tamaño, así que siguió caminando hasta llegar al fondo del bosque, fue ahí que se dio cuenta de que estaba encantado porque empezó caminar un árbol hacía ella y los arbustos y el perro se acercaron con paso lento hacía donde estaba.

La niña corrió y por suerte alcanzó a escapar para llegar al camino de regreso a su casa, pero había dos caminos y tomó el caminito correcto pero como el bosque era encantado se cambió de camino al otro incorrecto y no pudo salir quedando atrapada por siempre en ese bosque.

lunes, 25 de abril de 2005

El estuche volador

Una vez, un niño llamado Salvador tenía un estuche encantado, es decir mágico, pero Salvador no sabía.

Un día cuando fue al colegio se dio cuenta de que había olvidado el estuche en su casa, entonces le pidió un lápiz a un compañero pero de pronto vio su estuche en su mochila y le pareció muy raro.

Cuando terminó la clase hubo un gran temblor y mucha lluvia y de nuevo se le olvidó el estuche pero ahora en el colegio. Al llegar a su casa vio volar su estuche hasta su habitación y se asustó mucho, le fue a avisar a su mamá y a su papá para que ellos lo vieran. Al entrar a la pieza del niño, los papás vieron que el estuche estaba encima de su cama y dijeron que era sólo imaginación pero luego vieron que el estuche empezó a volar a otra persona y también se asustaron. Ahí todos se dieron cuenta de que el estuche era mágico.

Al final el estuche regresó a su verdadero dueño, un niño mago que una vez lo perdió en el bosque.

miércoles, 20 de abril de 2005

La casa de la abuela

Erase una vez un niño que fue a visitar a su abuela al pueblo y le llevó galletas pan y otras cosas muy ricas para que comiera porque en el pueblo no había mucha variedad para comprar.

El niño atravesó toda la ciudad hasta llegar al pueblo, tocó la puerta de la casa y le abrió la abuela, al verlo se alegró mucho porque que era su nieto favorito.

Pasó una semana y el niño le pidió a su mamá que fueran a la casa de la abuela a quedarse a dormir porque los había invitado. Cuando llegaron la mamá le preguntó a la abuela cual era su pieza y le contestó que su dormitorio era como una especie de oficina chica con cama y tele de mala recepción.
Después de tomar once el niño salió al patio chico a jugar, la abuela tenía un muy bonito jardín con muchas flores y mucho pasto, entonces el niño pensó en cortar muchas flores para su mamá, le hizo un ramo muy grande pero cuando la abuela se dio cuenta de que su nieto había sacado todas las flores se enojó mucho y los echó de la casa y les dijo que no volvieran nunca más.

martes, 19 de abril de 2005

El oso -perro

Una vez una niña y un niño salieron a dar un paseo al bosque para investigar el paisaje, pero al niño se le ocurrió ir al otro extremo del bosque donde nadie podía pasar porque habían animales muy peligrosos. Los niños pasaron la reja de protección y todo estaba muy tranquilo, fueron más adentro del bosque y no había nada y decidieron irse pero al intentarlo se encontraron con un oso salvaje que casi los atrapa pero lograron escapar y corrieron a su casa.

Al día siguiente la niña no quería ir de nuevo al bosque porque temía encontrarse con el oso, pero el niño quería ir para estudiar al oso salvaje para pillarlo distraído y atraparlo para hacerle un experimento para que fuera su mascota guardián.

El niño fue solo al bosque a pillar al oso pero no estaba, lo buscó hasta que lo encontró comiendo la miel de un panal de abejas y lo atrapó. Entonces se lo llevó a su especie de laboratorio y le hizo un experimento para convertirlo en un perro guardián, y lo logró.

Ahora los niños viven con el oso-perro guardián que los cuida y no permite que nadie entre y los protege de todos los ladrones que siempre entraban a robar el laboratorio del niño.

lunes, 18 de abril de 2005

El vecino molestoso

Había una vez una familia que era muy pobre y vivían en una casa muy chica y casi siempre comían sopa. Los niños ya estaban aburridos de tomar sopa y le pidieron a sus padres que ahorraran más para que todos pudieran comer algo diferente y pudieran comprarse una nueva casa.

Pasó el tiempo y ahorraron mucha plata con la que se compraron otra casa más grande que la anterior y pudieron comprar cosas, irse de vacaciones, comprar más comida, etc.

Un día ya era de noche y tenían todas las luces prendidas pero de repente se cortaron todas las luces de la casa. Todos fueron a ver afuera para encenderlas de nuevo y no pasó nada.

Al día siguiente de nuevo era de noche y no tenían luz, los 2 hijos estaban asustados y se fueron corriendo a la cama, pero no pudieron dormir porque pensaban que les podía pasar algo malo.

Los papás sintieron unos pasos y sabían que los niños ya estaban dormidos y fueron a ver pero nadie estaba y sintieron de nuevo unos pasos y esta vez buscaron por toda la casa pero no encontraron a nadie.

A la noche siguiente escucharon los pasos y buscaron hasta en el segundo piso y nadie estaba, entonces se preguntaron quien podría ser. Siguieron buscando hasta que se dieron cuenta de que era el vecino quien cortaba la luz para molestar.

Finalmente todos muy enojados decidieron llamar a la policía para que arrestaran al vecino y así no molestara nunca más.

El lago caído del cielo

Hace mucho tiempo, en una ciudad muy austral de Chile, había un lindo lago que era muy visitado por los patos silvestres, tan comunes en nuestro país. Estos patitos jugaban encantados en sus aguas: se sumergían por mucho rato y salían muy lejos, haciendo competencias con los otros patitos para ver quien llegaba más lejos.

Un día muy frío de invierno, en que cientos de patitos jugaban en el lago, sucedió un hecho increíble: bajó tanto y tan rápido la temperatura que congeló casi instantáneamente las aguas del lago, con los patitos adentro que no alcanzaron a salir. Pero tan impresionante como el congelamiento de las aguas fue lo que sucedió enseguida. Todos los patitos se pusieron a batir sus alas, con tanta fuerza que comenzaron a elevarse ¡con el lago congelado en sus patitas!

Y así tomaron altura y enfilaron rumbo hacia el norte. Como a la altura de La Unión, bella ciudad de la X Región, ya comenzaba a derretirse el lago y decidieron bajar en un lugar que se veía adecuado.

Todos los patitos bajaron entonces en ese lugar, posando el lago cerca de esa ciudad y siguiendo felices con sus juegos en el lago. Los lugareños asombrados de ver que tenían un lago caído del cielo le pusieron por nombre Ralco, que en lengua mapuche significa “agua del cielo”.

jueves, 14 de abril de 2005

Ami el niño de las estrellas

Comenzó una tarde del verano pasado en un balneario de la costa donde vamos cun mi abuelita casi todos los años.

Comenzó a oscurecer. Yo estaba sobre unas rocas altas junto a la playa solitaria, contemplando el mar. De pronto vi en el cielo una luz roja sobre mi. Pensé que sería una bengala o un cohete de eso que lanzan para el año nuevo. Venía desendiendo, cambiando de colores y arrojando chispas.

Cayó al mar a unos cincuenta metros de la orilla, frente a mí, sin emitir sonido alguno. Sentí mucho miedo y quise correr a contarle a mi abuelita ; pero espere un poco para divisaba algo más. Cuando ya me iba, aparecio algo blanco flotando en el punto en donde había caído el avión, o lo que fuera: alguien venía nadando hacia las rocas.

Cuando se acerco más, me di cuenta de que era un niño. (...) Llegó a mi lado, se sacudió el agua del pelo y me sonrió. Parecía más o menos de mi edad, un poco menor y algo más bajito, vestía traje blanco como e piloto, hecho como de un matereal impermeable, ya que no estaba mojado(...)
Le pregunté que le había sucedido.
Aterrisaje forzoso_ contestó riendo.
¿Qué le pasó al piloto? -pregunté. Como el era un niño, pensé que el piloto tendría que ser una persona mayor.
Nada. Aquí está, sentado a tu lado -respondió.

¡Ah! -Quedé maravillado. ¡Ese niño era un campeón! ¡A mi edad ya manajaba aviones! Supuse que sus padres eran ricos.

Fue llegando la noche y tuve frío. Él se dió cuenta porque me pregunto.

¿Tienes frío?
Sí.

La temperatura esta agradable - me dijo sonriendo. Sentí que realmente no hacía frío.

Es verdad -le contesté.

Después de unos minutos le pregunte que iba a hacer.
Cumplir con la misión -respondió sin dejar vde mirar el cielo. (...)

Pensé que estaba frente a un niño impportante, no como yo, un simple estudiante en vacaciones. Él tenía una misión. (...)

Talves algo secreto...
No me atreví a preguntarle de qué se trataba.
¿No lamentas a ver perdido el avión?
No se ha perdido -respondió, dejándome sin comprender.
¿No se perdió, no se destruyó entero?
No.
¿Cómo se puede sacar del agua para repararlo... o no se puede?
Oh, si se puede sacar del agua -me observó con simpatía y agregó -¿Cómo te llamas?
Pedro -respondí, pero algo no empezaba a gustarme: él no me respondía a mis preguntas. Al parecer, se dió cuenta de mis disgusto y le hizo gracia.
No te enojes, Pedrito no te enojes... ¿Cuantos años tienes?
Diez... casi ¿y tu?
Tengo más años de lo que tu me creerias -respondió sonriendo. Sacó del sinturón uno de los aparatos parecidos a radios a pila. Era una especie de calculadora de bolsillo, la encendió y aparecieron uno signos luminosos, desconocidos para mi. Hizo algun calculo y al ver la respuesta me dijo sonriendo. No, No... si te dijo no me creerías...
¿Crees en lo extraterrestres? - Ma pregunto sorpresivamente. Tardé un poco en responder. Recorde el avión en llamas, su aparición, su calculadora con signos extraños, su acento, su traje, ademas, era un niño, y los niños no manejan aviones...
¿Eres un extraterrestre - pregunte algo de temor.
Y si lo fuera ¿ te daria miedo?
Fue entonces que supe si venía de otro mundo.
Me asuste un poco, pero su mirada estaba llena de bondad.
¿Eres malo? -pregunté tímidamente. El rió divertido.
¿Por qué?
porque eres terrícola
¿De verdad eres extraterrestre?
No te asustes - me confortó y señalo hacía las estrellas mientras me decía: Este universo está lleno de vida... millones y millones de planetas estan habitados... Hay mucha gente buena arriba.


Enrique Barrios en Ami el niño de las estrellas, Ediciones Acuarianas, Santiago, 1986 (fragmento).

Amigos muy distintos

Karny era un dinosaurio un poco comilón, siem­pre ansioso de devorar carne de otros animales. Sin embargo, los prefería ya muertos, pues eso de tener que matar para comer, era para él muy poco civilizado. No es de dinosaurios educados andar por ahí ase­sinando a traición para poder comer. La naturaleza es sabia y a todos provee.Rabanus, en cambio, era un diplacoco, grande y temible de aspecto, pero devorador solo de los más frescos y deliciosos vegetales. Rabanus, sin embargo, era muy gruñón y cualquier cosa de nada lo enfadaba. Entonces, amenazaba con devorarse todo y a todos. Por su aspecto algunos le creían y corrían espantados, se olvidaban que Rabanus no podía cumplir su promesa, pues no soportaba ni si­quiera el olor de la carne y en sus fauces solo los ve­getales acababan. Estos dos dinosaurios tan diferentes de aspec­to, dieta y carácter eran, a pesar de las diferencias, los amigos más entrañables que pudieron existir.
Mariella Arguelles M.

miércoles, 13 de abril de 2005

El perro que no sabía ladrar

Había una vez un perro que no sabía ladrar. No ladraba, no mugía, no relinchaba, no sabia decir nada. Era un perrillo solitario. A saber cómo había caído en una región sin perros. por él no se habria dado cuenta de que le faltara algo. Los otros eran los que lo hacian notar. Le decían:

-¿pero tú no ladras?
-No sé... soy forastero...
-Vaya una contestación. ¿No sabes que los perros ladran?
-¿Para qué?
-Ladran porque son perros. Ladran a los vagabundos de paso a los gatos despectivos, a la luna llena. (...)
-No digo que no, pero yo...
-pero tu ¿qué? Tu eres un fenómeno, oye lo que te digo: un día de estos saldras en el periodico
El perro no sabía como contestar a esas críticas. No sabía ladrar y no sabía que hacer para aprender.
-Haz como yo una vez le dijo un gallito que sentía pena por él. Y lanzo dos o tres sonoros kikiriki
-Me parace díficil dijo el perrito
-Qué va, es ¡facílisimo! Escucha bien y fijate en mi pico.
Vamos, mírame y procura imitarme.
El gallito lanzo otro kikirikí.
El perro intento hacer lo mismo, pero solo le salio de la boca un desmañanado "keké" que hizo salir huyendo aterrorizadas a las gallinas.
-No te preocupes -dijo ell gallito -, para ser la primera vez esta muy bien. Venga, vuelve a intentarlo. Lo intentaba todos los días. Practicaba a escondidas, desde por la mañana hasta por la noche. A veces, para hacerlo con más libertad, se iba al bosque.
Una mañana, presisamente cuando estaba es el bosque, consiguió dar un kikirikí tan autentico, tan bonito y tan fuerte que la zorra lo oyó y se dijo: "Por fin a venido el gallo a mi encuentro". Correré a darle las gracias por la visita... E inmediatamente se echo a correr, pero no olvido llevarse el tenedor, el cuchillo y la servilleta porque para una zorra no hay comida más apetitosa que un buen gallo. (...)
-¡Ah! -dijo la zorra- ¡conque esas tenemos! Me has tendido una trampa.
-¿Una trampa?
-Desde luego, me haz hecho creer que había un gallo perdido en el bosque y te has escondido para atraparme. (...)
-Te aseguro que yo... Verás, no pensaba en absoluto cazar. Vine para hacer ejercicios.
-¿Ejercicios? ¿De que clase?
-Me ejercito para aprender a ladrar. Ya casi eh aprendido, mira que bien lo hago.
Y de nuevo un sonorísimo kikirikí.
La zorra creia que se iba a reventar de risa. Se revolcaba por el suelo, se apretaba la barriga, se mordía los bigotes y la cola. Nuestro perrito se sintio tan mortificado que se marcho en silencio, con el hocico abajo y lagrimas en los ojos. (...)
Justamente en aquellos días se levantó la veda. Llegaron al bosque muchos cazadores, también de esos que disparan para todo lo que oyen y ven. Dispararían a un ruiseñor. Si que lo harían Pasa un cazador de esos, oye salir de un matorral cucú... cucú (que en realidad era el perro practicando otro sonido), apunta el fusil y
-¡bang!-¡bang!- dispara dos tiros.
Por suerte los perdigones no alcanzaron al perro. (...)
Mientras el cazador busca al pájaro. Estaba convencido de que lo había matado.
-Debe habérselo llevado ese perrucho, a saber de dónde habrá salido -refunfuñaba. Y para desahogar su rabia disparo contra un ratoncillo que había sacado su cabeza fuera de su madriguera, pero no le dio. El perro corría y corría. De rrepente se detuvo. Había oído un sonido extraño. Hacía guau guau. Guau Guau.
- Esto me suena -pensó el perro-; sin embargo, no consigo acordarme de cúal es la clase de animal que lo hace.
-Guau guau. (...)
-Vaya, otro perro.
Sabeis, era el perro de aquel cazador que había disparado poco antes cuando oyó el cucú.
-Hola, perro.
-Hola, perro.
-¿Sabrías explicarme lo que estas diciendo?
-¿Diciendo? Para tu conocimiento yo no digo, yo ladro.
-¿Ladras? ¿Sabes ladrar?
-Naturalmente. No pretenderás que barrite como un elefante o que ruja como un león.
-Entonces, ¿Me enseñaras?
-¿No sabes ladrar?
-No.
-Mira y escucha bien, se hace así: Guau Guau...
-Guau, Guau -dijo en seguida nuestro perrito. Y, conmovido y feliz, pensaba para sus adentros: " Al fin encontre al maestro adecuado".

Gianni Rodari, "El perro que no sabia ladrar",
en cuentos para jugar, Ed. Alfaguara, Madrid,
2003 (adaptación)

martes, 12 de abril de 2005

El cuento de un fantasma muy triste

Había una vez una familia que vivía sola con su hijo, un día decidieron cambiarse de casa y se cambiaron a la casa del "Fantasma muy triste". En la primera noche los papás antes de dormirse escucharon un lloriqueo, entonces fueron a ver al niño pero el ya estaba dormido, siguieron escuchando lloriqueos en la sala de arriba y fueron a ver, subieron pero tampoco encontraron nada, después escucharon lloriqueos en su pieza y otra vez, nada y como no escucharon nada más se fueron a acostar.

Un día, encontraron en la casa una pieza oscura y desconocida, nadie entraba hace 5 años a ese lugar. Entraron, y todo estaba lleno de arañas de rincón, miles de telas de arañas, por lo menos 50 bichos, entonces llamaron a un exterminador de bichos que era amigo de ellos y traía un guardapolvo (cotona o delantal) para que no se ensuciara porque además de haber tantas arañas y 50 bichos, había mucho polvo. Cuando el exterminador estaba limpiando, escuchó un lloriqueo y pensó que era el niño de la casa y fue a ver pero no era él. Cada vez sentía el lloriqueo más fuerte como si fuera acercandose. El exterminador no tuvo miedo y siguió con su trabajo.

Después de una hora la pieza quedo muy limpia pero sucedió algo terrible, cuando terminaron de limpiar el niño se murió porque el espíritu de esa pieza había hecho una maldición. Todos quedaron muy tristes.

Por: Diego Araya Reydet

La casa de los fantasmas

Había una vez, una familia que tenía sólo un hijo y vivían en una casa chica así que decidieron cambiarse. Cuando se cambiaron llegaron a “la casa de los fantasmas” pero ellos no se habían dado cuenta. La primera noche que pasaron en esta casa escucharon que se quebró un vaso pero no vieron nada y luego en su dormitorio se cayó una lámpara y tampoco encontraron nada.

Los fantasmas hacían todo eso para echar a esa familia, pero ellos siempre creían que era sólo el viento porque dejaban abierta las ventanas. Una noche se cayó una lámpara en el dormitorio del hijo y el niño se asustó y se puso a llorar pero llegaron sus padres y se lo llevaron y todos durmieron juntos, pero los fantasmas aprovecharon que todos estaban dormidos y al niño lo escondieron en el quinto piso de la casa.

A la mañana siguiente lo empezaron a buscar por todos lados y no lo encontraron, los fantasmas se lo habían llevado a un pequeñito lugar en el techo para que no lo encontraran. El papá siguió buscando y vió un hoyito en el techo y le avisó a la mamá que el niño estaba ahí con un par de fantasmas, que ahora si los podían ver, y buscaron rapidamente una linterna apuntaron a los fantasmas a la cara porque sabían que así se irían para siempre.

Finalmente los fantasmas desaparecieron y así la familia logró por fín descansar y ser felices en su nueva casa.

Por: Diego Araya Reydet

El ladrón

Había una vez una familia que vivía con 5 hijos y al más chico lo tomaban más en cuenta. Era una casa muy chica.

Ya estaban aburridos de esa casa y se compraron una mas grande y ahí estaban felices. Un día les robaron ropa, la tele, una cama que tenían guardada, dos muebles y un computador Pentium 4 muy veloz. Se preocuparon mucho, nunca les había pasado algo así.

Cuando salieron a comprar pan pasó el ladrón por al lado, y uno de los hijos se perdió, fue el más chico de todos. El papá y la mamá se asustaron mucho y lo buscaron y lo buscaron y no lo encontraron y adivinen quien se lo llevó: ¡El ladrón! y todos los de la casa lloraron mucho.

El era el único que sabía de computador nadie más y todos querían aprender de computador meterse a Internet y al msn para chatear con alguna persona conocida. Al niño lo buscaron por todos lados, y al final lo encontraron, y lo encontraron escondido.

Y todos quedaron muy felices.

Por: Diego Araya Reydet