lunes, 31 de diciembre de 2007

El súper amigo

Había una vez una niña que se llamaba Cegafá que tenía 10 años, y como todos los niños y niñas la molestaban decidió irse del colegio y nunca más volver, y como ella estaba sola y no tenía amigos y sus papas trabajaban su único pasatiempo era su celular, que tenía cámara de las mejores, capacidad 1000 KB, reproductor mp3 y mp4, bluetooth, infrarrojo, 15 juegos y muy divertidos, plan para llamar y mensajes infinito, para descargar todo lo que quisiera, también tenía videocámara, conexión a internet, y muchas más cosas que aún no a descubierto de su súper celular, y en cada noche Cegafá investigaba su celular se metí en muchas cosas, por ejemplo en las herramientas del celular y descubrió una cosa que se ponía el código PUK y el celular se volvía un súper amigo, el mejor de todos los amigos que un niño podría desear, hacía los trabajos de la casa, hacía todas tus tareas, era muy inteligente y no alega nada de las cosas que tiene que hacer, o sea era el amigo perfecto pero lamentablemente era temporal, y en 1 semana el súper amigo desaparecía y no volvía jamás, y cuando ya faltaba el último día de la semana para que el súper amigo desapareciera le enseñó una lección a todos los niños del curso de Cegafá y les dijo que hay que querer a sus amigos por lo que son y como son , aunque seas fea y su nombre también sea feo y raro, siempre hay que querer a un amigo y apoyarlo, luego se fue el amigo perfecto y Cegafá volvió al colegio a intentar hacerse amigo de algún compañero. Y al final todo el curso y casi todo el colego se hizo amigo de Cegafá y compartieron grandes momentos entre amigos, y también Cegafá se ganó el premio a la mejor amiga del colegio y la niña más amigable de todo su curso.

3 comentarios:

Gonzalo Araya dijo...

Pollito lindo, que gran cuento!!! y que hermosa lección del súper amigo del celular, muy apropiado para estas fechas.

Qué bueno que volviste a escribir, te echaba mucho de menos

Te amo

Papá

Yvette Reydet Saieh dijo...

Genial pollito!!! que buen cuento para terminar el año y que gran lección la del celular, querer a los amigos como son y apoyarlos siempre.

Me gustó mucho tu cuento y me dejó pensando que siempre es bueno compartir y estar.

Te amo mi vidita chica, no te pierdas tanto tiempo por acá.

Yve

Anónimo dijo...

Que terrible: a estos Santiaguinos les hace falta naturaleza, libertad, aire puro..., están tan encerrados en esos bloques de cemento que hasta las ideas son tristonas, por no decir faltos de creatividad. Pero descuída, no es tu culpa. Aquí va un cuento para que se te suba el ánimo a ver si mejoran tus cuentos que más parecen chistes "verde verde lindos"... en fin.

Esta historia nació en tiempos Arkavios, cuando la magia encantadora de los Grindens, sabios hechizeros de la legendaria comarca de Lother, habitaban en los bosques y sus ciénagas ocultas. Sucedió un buen día que la regidora del gobierno de turno; Michellium Bacheletium pronunció en sueños una palabras mágicas que cambiarían la gran ciudad de Santiawoo para siempre, las palabras mágicas eran "Híjitus de sus papitus, fígitus Transantiawoo est". Tales palabras teníanse por prohibidas pronunciarlas en su reino, nadie esperaba sin embargo que la propia regidora las pronunciase en sueños... he aquí que de los cielos una luz encandilante cegó a todos los Santiawooinos y un asteroide de 3 kms. de diámetro cayó en medio del Palacio blanco... la reacción en cadena destruyó todo el sistema, pero los Grindens se salvaron ya que vivían en los bosques y sus ciénagas ocultas y no en Santiawoo. El crater post-impacto abrió una gran grieta en la tierra por donde comenzó a salir agua hasta que el crater se llenó de agua, los Grindens salieron felices de los bosques porque ahora en lugar de la gran ciudad de Santiawoo había un gran lago que se extendía en el horizonte, - que tranquilidad! - gritaron los Grindens al unísono, pr fin paz y tranquilidad en la comarca metropolitana. Los Grindens hicieron cabañitas a la orilla del gran lago al que llamaron "Ajedrez", debido al movimiento de ministros. Los grindens aprendieron a jugar al golf y vivieron felices por siempre.